Joven universitario, consumido por sus deseos carnales, buscó consuelo en los brazos de sus amigos, seductora madrastra.Esta latina menuda era una vista para sus doloridos ojos, encendiendo una pasión ardiente dentro de él.Al entrar en su santuario, el aire se engrosó con la anticipación.Sus lenguas bailaban un seductor tango, sus cuerpos se entrelazaban en un baile de deseo.La tímida adolescente no era ajena al arte del amor, pero este encuentro era diferente.La vista de sus voluptuosas curvas y el sabor de su dulzura casi lo arrodillaron a sus rodillas.Cuando se sumió en ella, se recreaba en la estrechez de su abrazo, cada embestida lo impulsaba más cerca del precipicio del éxtasis.Su clímax los dejaba a ambos sin aliento, la habitación se llenaba de la evidencia de su placer compartido.Esta fue una lección de satisfacción sexual que recordaría mucho tiempo.