Después de un agotador día de trabajo, anheló su dosis diaria de auto-placer.Vestido en su atuendo comercial, se retiró a su santuario privado, derramando su corbata y chaqueta, transformándose en una versión primitiva y cruda de sí mismo.Sus dedos bailaban sobre su miembro palpitante, cada golpe más intenso que el anterior.La habitación resonaba con su pesada respiración y el ritmo al azotar su mano contra su cuerpo.Sus ojos, medio tapados, perdidos en la bruma del éxtasis.Su mano se movía más rápido, su agarre más fuerte, su cuerpo se arqueaba en ritmo con cada embestida.La tensión se construyó, su respiración se apretaba, y llegó al pico, su liberación pintando su mano y la zona circundante.Dejó jadeando, se gastó, su cara en solitario se sonrojó de satisfacción.Una sesión de auto- placer, un testimonio de su deseo insaciable.