Después de un largo día de juego, decidí tomar un descanso y darme un poco de auto-placer.Me senté en mi silla de juegos, el cuero contra mi piel enviando estremecimientos por mi columna.Con un suspiro de alivio, bajé la mano y comencé a explorar mis pliegues húmedos.Mis dedos bailaban sobre mi coño peludo, provocando y tentando hasta que ya no pude contenerme.La vista de mi coño mojado que brillaba bajo la luz tenue fue suficiente para volverme loca.Me perdí en el ritmo, cada golpe me acercaba al borde.La habitación llena de mis gemidos mientras me llevaba al clímax, mi cuerpo temblaba de placer.Solo después de que había recuperado mi respiración me di cuenta de la intensa satisfacción que me había lavado.La silla del juego había demostrado una vez más ser el lugar perfecto para un poco de acción húmeda y salvaje.