En el corazón de la bulliciosa oficina, la asistente administrativa se encontró en un puesto comprometedor con su supervisora.La tensión se había ido acumulando entre ellas durante semanas, pero ahora era el momento de dejarlo todo.La supervisora, incapaz de resistirse más, hizo su movimiento y pronto quedaron encerradas en un abrazo apasionado, explorando sus manos cada uno los cuerpos de los demás.La secretaria, generalmente el epítome de la profesionalidad, ahora se encontraba sucumbiendo a los deseos primarios que habían estado sondeando debajo de la superficie.La oficina, una vez un lugar de trámites y reuniones mundanas, se había transformado en un lecho caliente de placer carnal. Los sonidos del barajado en papel y la digitación fueron reemplazados por gemidos de éxtasis, pues el supervisor llevó a su asistente administrativa a nuevas alturas de placer.La vista de ella atuendo de negocios, sus curvas acentuadas por la ajustada falda y la blusa, fue suficiente para volverlo loco.El encuentro fue tan intenso como inesperado, dejándolos a ambos sin aliento y satisfechos.Y a medida que el mundo exterior seguía girando, quedaron para saborear su secreto, momento íntimo en la oficina.