En un día caluroso y abrazador, el aire estaba maduro con el aroma al deseo.Una mujer madura, con un anhelo lujurioso, decidió refrescarse en el garaje, un lugar que pensó que proporcionaría algo de reclusión.Para su deleite, su acompañante se unió a ella, su hombría parada y orgullosa.La abuela, al ver esto, no pudo resistir las ganas de alcanzar y darle una mano amiga.Sus dedos experimentados trabajaban su magia, acariciando su eje palpitante con un ritmo que lo dejó jadeando por respiración.La vista de la abuela dándole placer era demasiado para que lo manejara, y se encontró perdiendo el control. Sus caderas comenzaron a moverse conduciendo su polla dura dentro de su mano en espera creando un espectáculo desordenado pero tentador.El clímax los dejó a ambos sin aliento, el sabor a semen fresco y cálido sobre las abuelas solo avivaba sus ganas insaciables.El garaje resonaba con su pesada respiración, el calor de sus cuerpos mezclándose con el aire húmedo.La abuela, con una sonrisa de satisfacción, lamía sus dedos, mientras el hombre, con una mirada aturdida, solo podía maravillarse por el encuentro erótico que acababan de tener.
